sábado, 21 de diciembre de 2024

Entre esclavo y dueño de tu plan

Este jueves me invitaron a la jornada anual de IMASDE a compartir sobre gestión del tiempo. Silvia me comentó que lo que transmitía sobre el plan semanal y el plan diario le parecía un poco TOC, parece que lo sentía como una obsesión que te mantiene atrapado en un hacer de una determinada manera.

Mi propuesta es comenzar cada semana definiendo claramente tu propósito y los objetivos que deseas alcanzar, y luego planificarla por escrito. De manera similar, cada día debe empezar identificando lo más importante que quieres lograr. Esto incluye determinar las acciones que realizarás en tu trabajo, en tus relaciones (familia, amistades, otras), así como lo que harás para ti, tu bienestar y crecimiento.

Creo que establecer esto por escrito aporta claridad, saber lo que quieres y cómo conseguirlo. Si lo haces habitualmente y buscas mejorar en tu planificación cada vez serás más realista, ya que al principio tendemos a ser demasiado optimistas con lo que podemos lograr en un día o en una semana. Tendrás un hilo que te guía a lo largo de la semana y del día.

Esto puede resultar estresante, un poco TOC como lo definió Silvia, por eso a veces podemos resistirnos a hacerlo. Si has hecho planes imposibles de cumplir, con demasiadas cosas, pues al final no se cumplen (¡qué sorpresa!). Eso puede dejarnos frustrados, con sentimiento de incapacidad, con culpa. De esta manera podemos tender a planificar menos.

Esclava de la agenda

Voy a plantear una metáfora al respecto. Es como ir de viaje, llegar a un sitio con muchas cosas interesantes, como Milán, Roma, Paris, Madrid, los Pirineos… ¡Se me ocurren tantos sitios! Ya que vas quieres aprovechar, para aprovechar un viaje hay que prepararlo (pre-parar: pararse antes a decidir qué hacer). La preparación suele llevar a un plan.

Una vez hecho el plan, que puede ir demasiado ajustado, el plan te puede llevar con la lengua fuera, corriendo para tratar de “cumplir”. Demasiada gente se obsesiona con los planes (TOC). El plan puede impedirte disfrutar plenamente del viaje, puede que estés visitando Madrid, el día sea magnífico y pases por la plaza Santa Ana, con un gran ambiente y encuentres una terraza al solito donde charlar.

Si estás obsesionado con el plan y no estaba en tu plan, ni te planteas sentarte. Mi invitación es a que te sientes, si es lo mejor que puedes hacer en ese momento. Lo podrás valorar con más criterio, si es que tienes un plan ¿merece la pena seguir el plan o está mejor sentarme? Hacerlo sin culpa, no se puede hacer todo. Eres dueño de tu plan, no esclavo de él, puedes cambiarlo cuando quieras.

No verás tantas cosas, experimentarás otras, la clave es no fustigarte porque no has cumplido el plan, sino valorar los cambios, reconocer que te ha dado claridad para escoger mejor. Un trabajo previo es

Aceptar que no se puede hacer todo”.

Si optas por seguir el plan contra viento y marea, si además has metido cosas con calzador y vas con la agenda superapretada, la frustración está garantizada, es probable que no llegues a todo y que no disfrutes de cada cosa, con la obsesión del plan y del reloj. Además, si vas acompañada, es probable que muchos no quieran volver a viajar contigo, encontrar la flexibilidad adecuada no es fácil.

El plan te guía a lo largo del día, te permite encadenar acciones de forma fácil, optimizar lo que haces porque está bien ordenado. Es más fácil planificar mejor cuanto mejor te conoces. Te permite cambiar de una actividad a otra sin demasiado tiempo despistado porque no sabes por donde seguir. Es como llevar un buen guía que te va indicando por dónde.

Pero puedes cambiar el plan. Cómo eres tú quien ha contratado al guía, en un momento dado le puedes plantear otras alternativas, otras ideas, otros planes. Gestionar el tiempo supone elegir, vivir es elegir, elegir que hacemos momento a momento. Planificar, pero que el plan no esté escrito en piedra, que sea un facilitador y no un tirano que nos arrastra.

“Somos dueños de nuestros planes, no sus esclavos”

Esto vale tanto de forma individual como de equipo. Un equipo con un plan puede funcionar más fácil, más eficiente. A veces hay que cambiar el plan, como el entorno cambia, nosotros debemos cambiar.

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1 comentario:


  1. Demasiado a menudo, se nos ha enseñado a hacer y ver los planes sobre plantillas cuadriculadas, plagados de datos, lo que los supone infalibles..., y además, ¡de obligado cumplimiento! para alcanzar objetivos..., como si una vez diseñado un plan, pasara a ser 'el plan', y cambiarlo, saltártelo o cancelarlo solo fuera posible bajo un prisma de fracaso..., ¡algo inaceptable!
    En fin, que es buena cosa reconciliarse con nuestra capacidad de hacer planes, conocerla y acogerla como una gran aliada y compañera en nuestro camino hacia nuestros propósitos y objetivos.

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