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lunes, 15 de septiembre de 2025

Un oasis en el camino

Estos días he tenido la oportunidad de vivir una experiencia muy especial: el PLP2 (la segunda etapa del Proceso de Liderazgo Personal). Este proceso lo inicié en 2012, cuando participé en el PLP1, de la mano de mi amigo Jose Juan Martínez, que comenzó a compartir su metodología para elaborar un plan personal, clarificar qué quería y qué pasos dar. Desde entonces, aquel primer taller se ha ido enriqueciendo y profundizando, y esta vez he podido sumergirme aún más en este proceso de crecimiento.

Lo que hace único a este camino es que no se queda en la cabeza (en lo racional), sino que también nos abre al corazón (la emoción), las tripas (el instinto) y el espíritu (lo que va más allá de uno mismo, incluyendo la conexión con los demás). Ha sido un espacio no solo para reflexionar, sino también para sentir y sentirse, para habitar el cuerpo, para dejar que el movimiento, la respiración, la sistémica y la presencia de otros nos recuerden que el camino nunca se recorre en soledad.

Este taller es aún más especial por las personas con las que lo he compartido. Cada uno con su trayectoria, su historia, su experiencia, sus conocimientos y su manera de estar, ha aportado algo valioso al grupo. Hemos construido juntos, sumando voces, gestos y aprendizajes, incluso guiando algunos de los ejercicios. Quiero agradecer no solo a Jose Juan, por la visión y la guía que sostiene este proceso desde sus inicios, sino también a Elsa y a María Eugenia, por el cuidado y la dedicación con los que han hecho posible este espacio tan nutritivo y transformador.

Caricatura del grupo
Vuelvo con una visión más clara de lo que es importante, con el corazón más blando y sensible, con más ganas de estar con las personas a las que quiero. Siento también mi esencia más presente, lo esencial de mí mismo, y la necesidad de volver a una forma más natural de vivir: en contacto con la luz, el agua, la naturaleza… (gracias Juanma) lejos del ruido del mundo acelerado, cerca de la presencia.

Todo esto ha ocurrido en un lugar muy especial: Oasis Norte-Sur, cerca de la playa de Bolonia y de Tarifa. Un espacio de encuentro donde se unen el norte y el sur, donde quienes hemos viajado desde Burgos hemos podido compartir con quienes allí viven (Esther, Laura, Susana, Viña, Julia…), en una comunidad que siento como seudohippie: vida sencilla, menos ruido externo e interno, más conexión contigo mismo. Todo impulsado y sostenido por Elsa, guardiana de la energía, que ha creado un espacio de encuentro, de naturaleza y de vuelta a lo esencial.

Quiero destacar y agradecer el cuidado que han puesto en la alimentación. Confieso que no suelo ser amigo de la comida vegana (con v), pero me ha sorprendido y encantado lo que nos han preparado. Cada plato estaba hecho con dedicación, y se notaba no solo en el sabor, sino en la energía con la que nos nutría.

También he descubierto el valor de los rituales y de la preparación del entorno: pequeños gestos, símbolos, formas de abrir y cerrar los espacios que ayudan a que todo cale más profundo. Son detalles que marcan la diferencia y que hacen que la experiencia sea más completa, más transformadora.

Han sido días de claridad y propósito. Días que me recuerdan lo importante que es darse un tiempo para reflexionar hacia dónde vas, sentir y dejarse sentir, y qué bueno es hacerlo en buena compañía. Vuelvo con una energía renovada que me impulsa a seguir caminando con un propósito claro.

Me quedo con muchas imágenes, silencios, palabras, abrazos y sabores que resuenan en mí. No hay palabras suficientes para expresarlo todo, pero sí puedo decir que ha sido un verdadero oasis en el camino.

Mi recomendación para ti, que lees estas líneas, es que te regales también un espacio así: un paréntesis en tu rutina para parar, respirar, sentir y escucharte. No hace falta irse lejos ni esperar al momento perfecto; basta con abrir un hueco para conectar con lo esencial. Te sorprenderá la claridad, la calma y la fuerza que pueden surgir cuando te das el permiso de estar presente contigo mismo y con lo que de verdad importa.

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domingo, 12 de enero de 2025

Madrugar o no madrugar

En español tenemos dichos para todo, también para lo que tiene que ver con el dormir. Por un lado, encontramos “Al que madruga Dios le ayuda” y su aparente contrario “No por mucho madrugar amanece más temprano”. El primero nos anima a madrugar, el segundo a descansar lo suficiente y a no tener prisa por la mañana.

¿A cuál de ellos hacer caso? ¿Qué es lo que conviene? ¿Dormir hasta tarde o madrugar? Muchos libros aconsejan madrugar y levantarse mucho antes de que salga el sol. Puede que a ti te funcione, cada uno tenemos nuestros ritmos.

Hay días que cuesta levantarse, salir de la cama, abandonar el cálido refugio de las sábanas, especialmente si sacas el brazo fuera y notas el frío del invierno, si todavía fuera es de noche ¿Cómo ponerse en pie con lo bien que se está en la cama?

Para madrugar con energía hay un truco. Me baso en otra de mis tretas, de sentido común, para llegar puntual o llegar pronto. La estrategia para llegar pronto es salir pronto. Los desplazamientos llevan lo que llevan, y si vamos más rápido de lo que debemos corremos el riesgo de accidente o multa.

Así que el truco para madrugar con energía es fácil, de sentido común (el menos común de los sentidos):

“Para levantarse pronto y con energía, acostarse pronto”

Si nos acostamos tarde y nos levantamos pronto dormiremos pocas horas, es posible que no las suficientes, con lo cual al día siguiente estaremos cansados y despistados. Más si llevamos varios días no durmiendo lo suficiente. Si te tienes que levantar pronto, acuéstate pronto.

No dormir lo que necesitamos afecta a nuestra concentración y memoria, hace que nos sintamos fatigados y somnolientos, que nos enfademos con más facilidad, con lo que empeora nuestras relaciones. Si no descansas no tendrás energía para el día.

Puede pasar que madrugues para aprovechar el día y que acabes madrugando para desaprovechar las horas, sobre todo si no tienes un foco claro de que es lo que vas a hacer. Cansado te entretienes con cualquier tontería, entretenimientos sobran.

Puede que aproveches mejor la noche que la madrugada, puede que te compense levantarte tarde si prefieres acostarte tarde. Pronto y tarde son conceptos subjetivos, cada uno tiene su opinión al respecto, cada uno tiene que encontrar su propio ritmo.

Y en el dormir ¿Cuánto es suficiente? Porque ese también es un concepto subjetivo, de cada uno. Hay mucha variabilidad, lo recomendado para un adulto es de entre 7 y 9 horas diarias, pero puede que necesites menos o más. Lo cantidad que te sienta bien también varía con la edad, así que presta atención a tu nivel de cansancio, a tu capacidad de concentración o a si te duermes en cualquier sitio.

Mi consejo, duerme lo suficiente (para ti), levántate con las pilas cargadas, con foco, con claridad en lo que quieres hacer con tu día. Madruga si te sienta bien, a mi me encanta ver como sale el sol y los sonidos de la naturaleza cuando se despierta. Además, empezar con calma, leer o escribir un rato antes de que la casa se despierte, me predispone a tener un buen día.

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sábado, 21 de diciembre de 2024

Entre esclavo y dueño de tu plan

Este jueves me invitaron a la jornada anual de IMASDE a compartir sobre gestión del tiempo. Silvia me comentó que lo que transmitía sobre el plan semanal y el plan diario le parecía un poco TOC, parece que lo sentía como una obsesión que te mantiene atrapado en un hacer de una determinada manera.

Mi propuesta es comenzar cada semana definiendo claramente tu propósito y los objetivos que deseas alcanzar, y luego planificarla por escrito. De manera similar, cada día debe empezar identificando lo más importante que quieres lograr. Esto incluye determinar las acciones que realizarás en tu trabajo, en tus relaciones (familia, amistades, otras), así como lo que harás para ti, tu bienestar y crecimiento.

Creo que establecer esto por escrito aporta claridad, saber lo que quieres y cómo conseguirlo. Si lo haces habitualmente y buscas mejorar en tu planificación cada vez serás más realista, ya que al principio tendemos a ser demasiado optimistas con lo que podemos lograr en un día o en una semana. Tendrás un hilo que te guía a lo largo de la semana y del día.

Esto puede resultar estresante, un poco TOC como lo definió Silvia, por eso a veces podemos resistirnos a hacerlo. Si has hecho planes imposibles de cumplir, con demasiadas cosas, pues al final no se cumplen (¡qué sorpresa!). Eso puede dejarnos frustrados, con sentimiento de incapacidad, con culpa. De esta manera podemos tender a planificar menos.

Esclava de la agenda

Voy a plantear una metáfora al respecto. Es como ir de viaje, llegar a un sitio con muchas cosas interesantes, como Milán, Roma, Paris, Madrid, los Pirineos… ¡Se me ocurren tantos sitios! Ya que vas quieres aprovechar, para aprovechar un viaje hay que prepararlo (pre-parar: pararse antes a decidir qué hacer). La preparación suele llevar a un plan.

Una vez hecho el plan, que puede ir demasiado ajustado, el plan te puede llevar con la lengua fuera, corriendo para tratar de “cumplir”. Demasiada gente se obsesiona con los planes (TOC). El plan puede impedirte disfrutar plenamente del viaje, puede que estés visitando Madrid, el día sea magnífico y pases por la plaza Santa Ana, con un gran ambiente y encuentres una terraza al solito donde charlar.

Si estás obsesionado con el plan y no estaba en tu plan, ni te planteas sentarte. Mi invitación es a que te sientes, si es lo mejor que puedes hacer en ese momento. Lo podrás valorar con más criterio, si es que tienes un plan ¿merece la pena seguir el plan o está mejor sentarme? Hacerlo sin culpa, no se puede hacer todo. Eres dueño de tu plan, no esclavo de él, puedes cambiarlo cuando quieras.

No verás tantas cosas, experimentarás otras, la clave es no fustigarte porque no has cumplido el plan, sino valorar los cambios, reconocer que te ha dado claridad para escoger mejor. Un trabajo previo es

Aceptar que no se puede hacer todo”.

Si optas por seguir el plan contra viento y marea, si además has metido cosas con calzador y vas con la agenda superapretada, la frustración está garantizada, es probable que no llegues a todo y que no disfrutes de cada cosa, con la obsesión del plan y del reloj. Además, si vas acompañada, es probable que muchos no quieran volver a viajar contigo, encontrar la flexibilidad adecuada no es fácil.

El plan te guía a lo largo del día, te permite encadenar acciones de forma fácil, optimizar lo que haces porque está bien ordenado. Es más fácil planificar mejor cuanto mejor te conoces. Te permite cambiar de una actividad a otra sin demasiado tiempo despistado porque no sabes por donde seguir. Es como llevar un buen guía que te va indicando por dónde.

Pero puedes cambiar el plan. Cómo eres tú quien ha contratado al guía, en un momento dado le puedes plantear otras alternativas, otras ideas, otros planes. Gestionar el tiempo supone elegir, vivir es elegir, elegir que hacemos momento a momento. Planificar, pero que el plan no esté escrito en piedra, que sea un facilitador y no un tirano que nos arrastra.

“Somos dueños de nuestros planes, no sus esclavos”

Esto vale tanto de forma individual como de equipo. Un equipo con un plan puede funcionar más fácil, más eficiente. A veces hay que cambiar el plan, como el entorno cambia, nosotros debemos cambiar.

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domingo, 10 de noviembre de 2024

Abrumado con demasiadas cosas que hacer, para y pon orden

A veces entro en barrena, con tantas cosas que hacer, no sé por donde empezar, me abrumo, me siento sepultado por las tareas y trato de escapar a cualquier sitio, para no enfrentarme a esa montaña de pendientes. Curiosamente, como cabe esperar, la montaña no desaparece por sí sola.

Tener muchas tareas pendientes puede paralizar e impedir que avances en ninguna. Ante una montaña de cosas por hacer, antes de empezar como pollo sin cabeza, para y organiza.

Con demasiado pendiente se pierde claridad para ejecutar. Es como cuando abres un armario lleno y con tanto no puedes encontrar nada, especialmente si en el armario no hay orden.

Abrumado con demasiados pendientes - falta claridad
No vas a poder hacerlo todo a la vez, así que el primer paso es poner orden, decidir cómo vas a actuar, antes de empezar como pollo sin cabeza. Para eso es necesario parar.

Dedicar un tiempo, sin paralizarte por el análisis. No hace falta ser un extremista del orden, sino ganar en claridad. Ordenar tareas tiene unos pasos, como cuando ordenas un armario.

  1. Hacer una lista completa de pendientes (lo que te está abrumando). Qué es como sacar todo del armario. Sacarlo de la cabeza libera espacio mental y ayuda a pensar con más claridad. Puedes ver el panorama completo y decidir con mayor criterio.
  2. Eliminar lo que no merezca la pena. Seguro que hay tareas que puedes decidir no hacer, sin muchas consecuencias. En su día tenía sentido esa tarea, como en su día tenía sentido guardar algo en el armario que ahora ya no tiene ningún uso. Tirar libera espacio y ayuda a una más fácil organización.
  3. Buscar ayuda, delegar lo que puedas delegar y puede hacer otra persona. En un momento en el que tengas demasiado en el plato seguro que puedes invitar a alguien que tenga hambre a que te quite parte de lo que tienes en el plato. Hay personas que están encantadas de poder ayudar y puedes pagar por esa ayuda, contratar a alguien que se encargue (no podemos hacerlo todo).
  4. Asigna bloques de tiempo para lo que queda, teniendo en cuenta su importancia y su urgencia (si tiene plazo). Programar las tareas da la calma de saber que cada una tiene su hueco. También puede hacerte consciente de que no tienes tiempo suficiente para tanto (que es como no tener hueco en el armario) y tendrás que volver a los pasos dos y tres (eliminar o delegar, en otro o para más tarde). Mejor decidir que es lo que no vas a hacer a que se quede sin hacer lo que es importante.
  5. Respeta tu descanso y recuperación. La primera vez puede que quieras meter demasiadas cosas en poco tiempo. La práctica de la planificación hace al maestro. Al menos tienes un plan para saber por dónde vas.

El realismo tiene su parte de aceptación, puedes darte cuenta de que hoy no puedes terminarlo todo, lo que sí puedes hacer es avanzar en lo importante. Me encanta el cuarto acuerdo del libro “Los cuatro acuerdos” del Doctor Miguel Ruiz: “Haz todo lo que puedas y no más”. Sobre todo, tener presente el no más; darnos cuenta de dónde está nuestro límite.

Ordenar las tareas, ideas y objetivos puede reducir el estrés. Eliminar incertidumbre de hasta dónde vas a llegar. Con un plan claro todo se vuelve más manejable.

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domingo, 2 de junio de 2024

Ordena tu trastero mental, ganarás en claridad y energía

Ayer nos pusimos a ordenar el trastero. Toda una aventura. Los trasteros, independientemente de su tamaño, tienden a estar llenos, hasta los topes. Con tantas cosas es difícil encontrar lo que necesitas. El nuestro no era una excepción.

Lo primero ha sido sacar todo, extenderlo, para ver lo que hay. Increíble las cosas que aparecen, eso que solo llevamos 14 años viviendo en esta casa. Muchas cosas que ni sabíamos que estaban ahí, cosas que hemos vuelto a comprar porque no sabíamos que teníamos.

Otras cosas entrañables, llenas de buenos recuerdos, que podemos conservar y ya no son útiles para lo práctico. Quizá se queden para volver a recordar en alguna otra ocasión.

Multitud de cajas vacías, guardadas para guardar otras cosas. La cantidad de aire que teníamos almacenado, ocupando espacio. Así que no había sitio en las estanterías.

Ahora toca seleccionar, decidir que es lo que va a volver al trastero y que no. Lo primero es decidir que vamos a regalar (le puede ser útil a alguien) y qué vamos a tirar. Cosas que ya no van a volver al trastero. La única forma de hacer espacio, no solo recolocar.

En este paso andamos, decidir que hacer con tanto ¿Qué se queda en el trastero? (no está todo en la foto)
Finalmente toca ordenar lo que queda, para que sea fácil de encontrar, de modo que sea útil. Ganar en claridad. Disfrutar de la visión de un trastero con espacio, ordenado, que me pone la vida fácil. Disciplina para que siga así; límites a las cosas que van a entrar en el trastero, que no sea fácil.

Tenemos el trastero mental a tope, a rebosar, así que no encontramos lo prioritario. Para decidir que hacemos, tenemos tantas cosas que hacer, que nos cuesta encontrar lo adecuado para este momento, aquí y ahora.

Para ganar claridad puedes ordenar todos los pendientes de tu mente (tu gran lista de cosas que hacer). Te propongo los siguientes pasos (como ordenar el trastero):

  1. Sacarlo todo: haz tu lista con todos tus pendientes. Te pueden dar mareos ¿Cómo pretendo hacerlo todo?
  2. Seleccionar: decidir que le vas a hacer con lo que hay. Te propongo algunas opciones:
    • Eliminar: Tareas que ya no merecen la pena (aunque parecían interesantes en su momento).
    • Regalar: Son buenas ideas, pero no prioritarias para ti. Puedes regalárselas a otros para que las hagan, si quieren. Me encanta ver buenas ideas en marcha.
    • Delegar: Es mejor que lo haga otra persona, así tendrás tiempo para hacer lo prioritario para ti.
  3. Ordenar: Con lo que queda del punto anterior, que debe ser lo prioritario/importante para ti (lo que hay que hacer sí o sí), toca poner orden. Tiene que haber menos cosas, que quepan con cierta holgura. Si sigues teniendo demasiado vuelve al punto primero (eliminar, regalar o delegar).
  4. Disfrutar de la visión de un trastero mental ordenado. Con menos cosas se ve más claro. Tienes una visión más clara de lo que te conviene hacer
  5. Mantener la disciplina para que siga ordenado: Antes de aceptar cualquier nuevo encargo (de los demás o tuyo), tómate un tiempo, al menos 10 segundos, antes de decir que sí. Decir sí es como meter algo en el trastero.

Cuando dices sí algo entra en tu trastero mental, ocupa espacio en tu cabeza, hasta que sea momento de ejecutarlo. Si no hay momento, se queda ahí, restando claridad, dificultando decidir qué hacer.

No llenes el trastero de cosas que tiraran tus herederos cuando mueras. Comprometerte con menos para hacer más. Menos cosas pendientes y más cosas hechas.

Ten cuidado no te quedes con las cosas que regalan otros al vaciar su trastero. Como tenemos un trastero grande no veas la de cosas que han aparecido de otros ¿Qué hace esto aquí si a mí no me interesa?

No cuenta lo que quieres hacer, sino lo que haces. A medio hacer cuenta lo mismo que no hecho (resta más energía). No cuenta lo que empiezas, cuenta lo que acabas. Menos, en muchas ocasiones, es más.

La recomendación de la semana:

“Ordena tu trastero mental”

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