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lunes, 3 de febrero de 2025

¿Cuándo es tarde? Nunca es tarde (o sí)

La vida no deja de sorprendernos y si estamos abiertos podemos aprender y disfrutar cosas nuevas. Este fin de semana he estado en Palma de Mallorca, me fui a la presentación del libro de poemas “Versos abuhardillados” de mi amigo Gabriel Briones.

Imagen inspirada en la firma de libros tras la presentación
La poesía nunca me había enganchado, las clases de lengua y literatura las sufría más que disfrutarlas y es posible que eso me alejase de las letras. Recuerdo todavía algún poema que me hicieron aprender de memoria.

Tuve la suerte de llegar por la mañana, con Javier Revilla, otro amigo al que llamamos “el poeta”, que iba a hacer de maestro de ceremonias. Pasé unas horas acompañando los preparativos y rodeado de poesía, mientras veía como escogían de entre diversos autores que les habían influenciado. Ahí me enganché a lo que oía, pude ojear y leer por mi cuenta algunos libros y puedo decir que he leído más poesía en estos cuatro últimos días que en los 50 años anteriores (como supondréis no había leído mucha). Aquí tengo a mano un libro con una antología poética de Roger Wolfe.

Esto me lleva a reflexionar sobre las creencias que muchas veces nos limitan. Con la creencia de que la poesía no me gusta me he privado de ella muchos años, teniendo al lado a amigos que me podían enseñar a disfrutarla y orientar sobre su lectura.

También pensamos que no podemos hacer ciertas cosas porque no somos “expertos” o porque alguien, en algún momento, nos hizo creer que no seríamos buenos en ello. Yo no era muy bueno escribiendo, tampoco sé si lo soy ahora, aunque me permito escribir y lo disfruto.

Cuando nos atrevemos, cuando nos lanzamos a hacer algo simplemente por el placer de hacerlo, ocurre algo maravilloso: disfrutamos, aprendemos y crecemos; al menos me gusta pensar así.

Hay quienes dicen que te haces mayor cuando dejas de aprender. Yo prefiero pensar que la juventud del espíritu se mantiene mientras sigamos abiertos a nuevas experiencias. Con el paso del tiempo, tenemos la oportunidad de redescubrirnos y de encontrar placer en cosas que antes ignorábamos.

Podemos sorprendernos a nosotros mismos disfrutando de una pintura cuando alguien que sabe del tema nos comparte su visión. Lo mismo sucede con la poesía: es más fácil apreciarla cuando estás con alguien que la ama y te muestra cómo encontrar esas sutilezas que antes te pasaban desapercibidas. Así que para aprender y disfrutar de cosas nuevas viene bien encontrar la buena compañía.

La clave está en estar dispuestos a aprender de los que saben, de los que disfrutan. Esto se puede aplicar a casi cualquier cosa: el campo, la vela, o incluso algo que ni siquiera imaginabas que podía interesarte ¿De qué te estás privando que quizás disfrutes?

Hoy me doy cuenta de que las nuevas experiencias no tiene edad. Solo necesitamos la voluntad de abrirnos a lo desconocido y dejar de lado esas creencias que nos atan. Porque la vida, en cada una de sus facetas, siempre tiene algo nuevo que enseñarnos.

Recuperar la niñez, la mentalidad de las primeras veces, la ilusión por cada momento, como este fin de semana veía a Lara, la hija de Gabi, de cinco años, llena de energía, con la ilusión de ir probando.

Nunca es tarde para empezar a vivir tu tiempo, tu vida, como tú quieras. Lanzo una nueva edición presencial en Burgos del curso de “Gestión de tiempo, gestión de vida”. Si quiere apuntarte serán 8 lunes, de 18 a 20, empezando el 3 de marzo. Más información en el siguiente enlace

Si quieres ver cuando publico una nueva entrada, puedes seguirme en LinkedIn. Pulsa aquí

viernes, 11 de marzo de 2016

El poder de la constancia

He estado hablando con una persona que quiere perder peso, lleva tiempo intentándolo y no lo consigue. Fue a una endocrina para perder peso y que cuando vio que la endocrina estaba gorda decidió no hacer mucho caso, es como si un calvo te vende crece-pelo. Me ha dicho que va a probar unas pastillas recomendadas por una amiga, que además cuestan una pasta y me pregunta qué opino.

Las pastillas no son de las que recetan los endocrinos, con lo que coincidimos en que igual no es buena idea, nunca sabes que efecto pueden tener a largo plazo (ni siquiera a corto plazo). Afortunadamente las pastillas van acompañadas de ejercicio y dieta y el tratamiento dura tres o cuatro meses (el ejercicio y la dieta pueden marcar la diferencia)

Estoy convencido que en esos cuatro meses bajará de peso. El precio de las pastillas ayudará a mantener la motivación y la constancia para hacer ejercicio y comer de forma más saludable. Incluso los días que no apetezca hacer deporte y apetezca más darse un atracón. Quizá las pastillas solo tengan efecto placebo.
Foto de jmacpepe
Creo que la respuesta está en la constancia, en proponerte un objetivo, tener un buen porqué para ir a por ello y trazar un plan que te lleve hacia la meta. Después sólo queda la perseverancia para mantenerte en el plan y estar cada día un paso más cerca del objetivo.

He escuchado a Francisco Alcaide (@falcaide) decir que las dificultades están para distinguir los que dicen que quieren conseguir algo de los que realmente lo quieren. No todos los días apetece lo mismo, no siempre cuesta lo mismo, si realmente quieres conseguir el objetivo encontrarás fuerzas para mantenerte en el camino para conseguirlo.

Lo difícil es empezar, después es más fácil mantener los buenos hábitos. Hacer deporte de forma regular durante la semana te va a costar las primeras semanas si no hacías deporte, al cabo de dos meses si no haces ejercicio el cuerpo te va a pedir que te muevas. La constancia crea los hábitos para sea más fácil seguir, la clave es crear buenos hábitos.

Adelgazar también tiene que ver con el tiempo. Si acostumbras a comer rápido y estás 30 minutos comiendo comerás más que si comes más despacio. Un buen ejercicio para comer menos es apoyar el tenedor o la cuchara cada vez que te llevas un bocado a la boca.

Por otra parte la señal de que estamos llenos, de que hemos comido lo suficiente, tarda en llegar unos 15 minutos al cerebro. Si comes rápido puedes ingerir muchas calorías en esos 15 minutos. Por eso recomiendan parar de comer antes de sentirnos llenos.

En algunos casos tenemos que estar dispuestos a ir en contra de nuestra educación. Puede que nos hayan educado a acabarnos el plato, aunque ya estemos llenos. Puede que nos hayan empujado a comer el último filete para que no sobre ¿Cuál es el problema de guardarlo para mañana?

En resumen:
  • Ponerse objetivos y encontrar un buen porqué para conseguirlos (si tienes el por qué encontrarás el cómo).
  • Diseñar el plan para conseguir el objetivo.
  • Constancia para seguir el plan. La perseverancia hace cambiar malos hábitos por buenos (dieta, comer despacio y ejercicio).
  • Darse cuenta y cambiar creencias que nos limitan (acabarse el plato).
  • Hacer público el objetivo puede ayudar.

Los que me conocen saben que tengo cierto sobrepeso, así que este artículo puede hacer algo de gracia. Voy a aprovecharlo para hacer público el objetivo de bajar a 92 kilos este año 2016. El hacer público los objetivos ayuda a conseguirlos, así no tienes que soportar la vergüenza de no cumplir.

Si conoces a alguien con sobrepeso le puedes enviar el post, en los comentarios podéis hacer públicos vuestros objetivos para el 2016. En esta caso mejor objetivos de medio-largo plazo.

jueves, 7 de enero de 2016

Lo que crees creas, si no te gustan tus resultados revisa tus creencias

Mi hija con casi 11 años nos ha hecho creer hasta el último momento que sigue creyendo en los Reyes Magos, así es mucho más fácil que vengan y hace más ilusión. Lo que creemos y lo que creen los que nos rodean influye en lo que hacemos y por lo tanto en lo que nos pasa y en nuestros resultados.

Nuestro sistema de creencias determina nuestro modo de ver el mundo, establece nuestra forma de pensar, lo que nos lleva a actuar de una determinada manera y a conseguir unos determinados resultados.

Creencias → Pensamientos → Acciones → Resultados

Esto se ve mejor con un ejemplo: si estoy convencido de que soy malo en matemáticas (creencia), pienso que voy a suspender aunque estudie lo que me lleva a pensar que  no merece la pena sacrificar un partido, ver una película o una buena conversación para estudiar (pensamientos), lo que me lleva a hacer menos esfuerzos para estudiar o no estudiar, total voy a suspender (acciones), lo que me lleva efectivamente a suspender (resultado). Además el resultado tiende a reforzar la creencia inicial (soy malo en matemáticas), con lo que entro en un círculo vicioso.

Puede que crea lo contrario: soy bueno en matemáticas o que siempre que estudio aprendo (creencia), lo que me lleva a pensar que si estudio sacaré adelante la asignatura y estableceré una buena base para el futuro (pensamientos), lo que me anima a estudiar y a hacer problemas que disfruto porque se me dan bien (acciones) y finalmente saco buenas calificaciones (resultado), lo que refuerza mis creencias iniciales de que si estudio aprendo y que soy bueno en matemáticas.

Cómo decía Henry Ford “tanto si crees que puedes como si crees que no puedes estás en lo cierto” Porque las creencias nos llevan a las acciones que refuerzan esas propias creencias, nos llevan a los resultados que respaldan esas creencias (lo que crees creas). Así que si no te gustan tus resultados revisa tus creencias.

Las creencias acaban siendo nuestro filtro para ver el mundo y sólo vemos lo que creemos, no es que creamos lo que vemos y de ello tenemos múltiples ejemplos como la imagen de la mujer joven o vieja (según nuestra primera impresión).
Solo vemos lo que estamos preparados para ver, mira si eres capaz de contar el número de veces que los de la camiseta blanca se pasan el balón en el siguiente vídeo (ya un clásico).
¿Qué es cierto?: Si lo creo lo veo o si lo veo lo creo. Muchos no creen hasta ver y entonces no ven. Si nos paramos a pensar no creemos lo que vemos, vemos según lo que creemos, con lo que, dando un paso más acabamos creando lo que creemos.

Lo que creemos afecta a los demás y a su rendimiento, como pone de manifiesto el Efecto Pigmalión. Si los profesores creen que los alumnos son buenos y los tratan así serán buenos estudiantes (Ver estudio de Rosenthal y Jacobson). Lo que tiene relación con la profecía autocumplida, cuando pronosticas que algo va a suceder acaba sucediendo. Cuida lo que dices a tus hijos, a la gente que te rodea, es probable que se lo crean.
  
Encontramos distintos orígenes para nuestras creencias: Hay creencias que heredamos de nuestros mayores, cuando somos pequeños creemos lo que nos cuentan, prácticamente cualquier cosa hasta los 8 o 10 años. También vamos generando nuestras propias creencias según nuestra experiencia generalizándola, como ejemplo un día dimos mal una patada a un balón generalizamos que somos malos en deportes, con lo que trataremos de no exponernos y no practicar ningún deporte, con lo que acabaremos siendo malos deportistas convencidos o bien damos la patada bien o alguien nos anima, creemos que somos buenos para los deportes, seguimos practicando y acabamos siendo buenos. O podemos establecerlas por otros métodos, como puede ser la repetición, diciéndonos muchas veces por ejemplo “si quieres puedes” lo que te anima a hacer. Estos últimos métodos nos pueden ayudar a cambiar si queremos nuestras creencias.

Tendemos a no cambiar nuestra forma de ser, nuestra forma de ver el mundo, nuestras creencias por distintos motivos:
  • Orgullo: no nos gusta aceptar que nos podemos equivocar.
  • Culpa: por los errores cometidos por esos juicios errados.
  • Pereza: pocas ganas de hacer esfuerzos para cambiar.
  • Miedo: a lo que nos puede traer lo nuevo, nos aferramos al dicho de más vale malo conocido que bueno por conocer.
Las creencias no son neutras, pueden ser positivas que nos impulsan (yo puedo) y creencias negativas que nos frenan (soy malo en esto). Según Marcia Wieder las tres grandes creencias limitantes:
  1. Inadecuado: No soy suficientemente… (bueno, inteligente, rápido, rico, delgado, joven, viejo…)
  2. Escasez: No hay suficiente… (dinero, tiempo, energía, recursos, amor, apoyo…)
  3. Desconfianza: No confío en… (ti, en mí, el tiempo, el proceso, Dios…)
Deja la excusitis (no soy bueno, no tengo suficiente tiempo…), deja de poner pegas y ponte a hacer, escoge hacer. Comprométete con lo que quieres y busca la manera de que suceda.


Si observas puedes encontrar creencias que no te convienen y puedes sustituirlas por otras que te vayan mejor. Conocer nuestras creencias es el primer paso para cambiarlas. Escogemos en que creemos en cada momento del día, son nuestros juicios y opiniones. Escoge de forma consciente en que quieres creer.

miércoles, 19 de agosto de 2015

Los cuatro acuerdos para una vida más plena

Vivir tu tiempo tiene que ver con lo que haces, con las bases que sustentan esas acciones, con las creencias  que has ido aprendiendo desde niño: lo que está bien o lo que no, lo hermoso y lo feo, lo correcto o lo incorrecto, lo que se puede o lo que no se puede hacer.

Los niños son más libres, sonríen y se divierten más. De forma espontánea tendemos a jugar, a disfrutar de las cosas, a explorar, aprender, ser felices y amar. De adultos nos hemos domesticado, hemos ido almacenando condicionantes que ni nos planteamos. No somos más libres por las obligaciones que nos autoimponemos.

Nos pasamos la vida haciendo para agradar a los demás y ser aceptados o para agradarnos a nosotros mismos y aceptarnos, sin consciencia ni nos damos cuenta de que no somos libres, de que vivimos condicionados por las creencias aprendidas.
Los cuatro acuerdos en Youtube
Igual que hay creencias que nos limitan hay creencias que nos llevan a una vida más plena, que nos permiten vivir en mayor armonía con nosotros y con los demás. Así, la sabiduría Tolteca (cultura precolombina del centro de México) transmitida por el Dr. Miguel Ruiz en su libro de Los cuatro acuerdos propone cuatro máximas (acuerdos con uno mismo, creencias) que nos pueden servir de brújula en nuestras actuaciones:
  • Se impecable con tus palabras: las palabras son expresión de los pensamientos, herramienta que empleamos para pensar (comunicarnos con nosotros mismos) y para comunicarnos con los demás.  Las habladurías son puro veneno, las críticas perjudican al que las recibe y al que las hace. Las palabras poseen el poder de crear cosas, primero en la imaginación y después realmente.
“Siendo impecable con tus palabras te tratarás mejor a ti mismo y tratarás mejor a los demás”

“Por la ley de la reciprocidad, recibimos lo que damos, tu vida mejorará”

  • No te tomes nada personalmente: Cuando alguien te critica por algo es probable que parta de su propia inseguridad. Si alguien te manda a la mierda sin conocerte, probablemente tenga un problema, está hablando de él. Los comentarios de otros no pueden afectar a lo que eres. Reaccionamos porque tenemos la necesidad de tener razón, lo que supone que los demás están equivocados ¿Qué ganas si demuestras que están equivocados? ¿Enemistad? Ni siquiera lo que opinas sobre ti mismo es necesariamente verdad (a veces nos mentimos a nosotros mismos). No eres responsable de lo que digan los demás.
“Cuando alguien te critica no está hablando de ti está hablando de él mismo”

  • No hagas suposiciones: tendemos a pensar que lo que suponemos es cierto. Creemos que adivinamos lo que los demás quieren de nosotros y nos ponemos a hacerlo. Suponemos que están pensando mal de nosotros y hacemos un drama, tememos pedir aclaraciones y sacamos nuestras propias conclusiones. Suponemos que el que está con nosotros sabe lo que queremos y omitimos decírselo, además nos cabreamos en caso de que no lo adivine. Hacer suposiciones nos lleva a muchos malentendidos.
“Con una comunicación clara las relaciones cambian”

  • Haz siempre lo máximo que puedas (ni más ni menos): A veces será mejor y otras no tan bueno. Si haces de más el cuerpo se resiente, lo que es ir contra ti. Haz por la satisfacción de hacer, no por la recompensa, seguramente conseguirás más de lo que esperabas. Aprende a aceptar tus errores, aprende de ellos y acéptate a ti mismo.
“Las ideas hay que ponerlas en acción, sino se quedan en nada, no habrá resultados ni recompensas”

“Di no cuando quieras decir no y sí cuando quieras decir sí”


En la base de estos acuerdos están: no juzgar y no juzgarte, abandonar la necesidad de justificación, darte libertad para expresar lo que quieres, lo que no quieres y tus sueños, dejar la necesidad de tener razón y el miedo a amar y no ser correspondido, perder el  miedo a explorar la vida.

Aplica el cuarto acuerdo (hacer lo máximo que puedas) a los tres anteriores. Costará ser impecable con tus palabras, practica, hazte consciente de cuando rompes ese acuerdo contigo mismo, mejora. Habrá veces que te encuentres tomándote algo personalmente, no eres tan importante, déjalo ir, sigue practicando. Harás suposiciones que te lleven a malentendidos, vete haciéndote consciente y haz lo máximo que puedas.