A veces entro en barrena, con tantas cosas que hacer, no sé por donde empezar, me abrumo, me siento sepultado por las tareas y trato de escapar a cualquier sitio, para no enfrentarme a esa montaña de pendientes. Curiosamente, como cabe esperar, la montaña no desaparece por sí sola.
Tener
muchas tareas pendientes puede paralizar e impedir que avances en ninguna. Ante
una montaña de cosas por hacer, antes de empezar como pollo sin cabeza, para y organiza.
Con
demasiado pendiente se pierde claridad para ejecutar. Es
como cuando abres un armario lleno y con tanto no puedes encontrar nada, especialmente
si en el armario no hay orden.
Dedicar
un tiempo, sin paralizarte por el análisis. No hace falta ser un extremista del
orden, sino ganar en claridad. Ordenar tareas tiene unos pasos, como cuando
ordenas un armario.
- Hacer una lista completa de pendientes (lo que te está abrumando). Qué es como sacar todo del
armario. Sacarlo de la cabeza libera espacio mental y ayuda a pensar con más
claridad. Puedes ver el panorama completo y decidir con mayor criterio.
- Eliminar lo
que no merezca la pena. Seguro que hay tareas
que puedes decidir no hacer, sin muchas consecuencias. En su día tenía
sentido esa tarea, como en su día tenía sentido guardar algo en el armario que
ahora ya no tiene ningún uso. Tirar libera espacio y ayuda a una más fácil
organización.
- Buscar
ayuda, delegar lo que puedas delegar y puede hacer otra
persona. En un momento en el que tengas demasiado en el plato seguro que puedes
invitar a alguien que tenga hambre a que te quite parte de lo que tienes en el
plato. Hay personas que están encantadas de poder ayudar y puedes pagar por esa
ayuda, contratar a alguien que se encargue (no podemos hacerlo todo).
- Asigna bloques de tiempo para lo que queda, teniendo en cuenta su importancia y su urgencia (si tiene plazo). Programar las tareas da la calma de saber que cada una tiene su hueco. También puede hacerte consciente de que no tienes tiempo suficiente para tanto (que es como no tener hueco en el armario) y tendrás que volver a los pasos dos y tres (eliminar o delegar, en otro o para más tarde). Mejor decidir que es lo que no vas a hacer a que se quede sin hacer lo que es importante.
- Respeta
tu descanso y recuperación. La primera vez puede que quieras meter
demasiadas cosas en poco tiempo. La práctica de la planificación hace al maestro.
Al menos tienes un plan para saber por dónde vas.
El
realismo tiene su parte de aceptación,
puedes darte cuenta de que hoy no puedes terminarlo todo, lo que sí puedes
hacer es avanzar en lo importante. Me encanta el cuarto acuerdo del libro “Los
cuatro acuerdos” del Doctor Miguel Ruiz: “Haz
todo lo que puedas y no más”. Sobre todo, tener presente el no más; darnos
cuenta de dónde está nuestro límite.
Ordenar
las tareas, ideas y objetivos puede reducir
el estrés. Eliminar incertidumbre de
hasta dónde vas a llegar. Con un plan claro todo se vuelve más manejable.
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